viernes, 19 de octubre de 2012

El tiempo por TI

Ayer amaneció nublado, porque el sol estaba triste y no quiso salir. Luego se lo pensó mejor e hizo su aparición para poder ver tu linda carita por última vez. Y hoy se ha tapado con las nubes y ha llorado, mojándonos con sus lágrimas. Porque tú no estás.

Te adoro tanto que no sé cómo acostumbrarme a esto. A saber que cada día que abra los ojos será un día que tú te pierdas. Me tocará hacerme tan fuerte como has sido tú siempre. Y ahora sólo me queda desear y pedir que descanses en paz. Un besito eterno, mi yayita pequeña.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Goku y Nala

Bueno, hace mil años que vengo por aquí. La verdad es que me he cambiado de casa y en ella no tengo internet, sólo me conecto cuando vengo a visitar a mis padres, por eso hago lo imprescindible y pronto apago el ordenador. Ése es el motivo del descuido que ha sufrido el pobre blog.

Pero hoy he vuelto, y quiero hablar de mis bebés. Sí, en este tiempo he tenido mellizos. He sido mamá de la noche a la mañana. Lo único es que mis peques son peluditos y con bigotes. Se trata de dos gatitos preciosos: Goku (mi chicarrón), y Nala (mi nenita).

Dani y yo ya teníamos más que decidido que cuando nos mudásemos e hiciese la reforma en su casa, cogeríamos un gatete chiquitín para jugar a los papás con él, pero las cosas se precipitaron cuando un amigo nos informó de que en el jardín de su urbanización había parido una gata y no se hacía cargo de ninguno de sus cuatro cachorretes. Nosotros, animaleros a muerte, corrimos  a conocerlos. Eran cuatro cositas diminutas, que apenas abrían los ojitos y no paraban de maullar tan bajito y agudo que parecía el trino de los pájaros. Había dos negros, uno negro con trocitos blancos y uno blanquito y gris. La madre y la hermana de nuestro amigo estaban criándolas con leche de vaca (que aunque no es buena para los gatos, es lo único que podían hacer), pero los cachorros apenas sabían beber del cuenco. La mujer, que parece haber estudiado márketing gatuno, nos insistió para que nos llevásemos dos. "Al ser dos se harán compañía y llorarán menos, os será más fácil". Y yo, cómo no, acabé ilusionándome con la idea de llevarme dos. ¡Gemelitos! Nos decidimos por los dos que más débiles estaban: uno de los negros enteros y el blanco y negro.

El problema estaba en que aún le faltaba un tiempo a la reforma de casa, y claro, estarían mejor en el jardín aquel, atendidos varias veces al día por las dos improvisadas enfermeras, que en una casa llena de polvo, escombro y  herramientas peligrosos. Así pues, los dejamos allí un par de semanas más, manteniendo el contacto para saber de ellos. Nos enteramos de que los cuatro cachorros eran hembras, y la más chiquitita, la negrilla, murió al poco de nuestra primera visita. Con esta fatídica noticia, volvimos a querer un único cachorro.

 
Cuando la obra ya estaba a punto (sólo quedaban detallitos que no importunarían la vida de los gatitos), fuimos a avisar a nuestro amigo y su familia de que nos los llevaríamos pronto. Volvimos a verlos, ya que al estar las tres que quedaban sanas y espabiladitas, al final elegimos quedarnos con la blanca y gris, que (perdón por la superficialidad), era a mi parecer la más bonita de las tres, con ojitos verdes que parecían maquillados con eye-liner y todo. NALA. No había duda de que ella iba a ser mi gatita.


Y entonces, la madre de nuestro amigo nos dijo:

-Allí hay otra gata que parió más o menos al mismo tiempo y también tiene unos cachorritos muy monos. Igual os gusta alguno y así os lleváis dos, que si se quedan muchos gatos los vecinos acabarán llamando a la perrera para que no haya tantos...

Nos asomamos a verlos y, entre ellos, había dos machitos pelirrojetes preciosos. Dani que de niño tuvo una gata de ese color y siempre ha querido "repetir", se enamoró de ellos al instante. Así que decidimos adoptar también al más pitufito de los gatitos naranjas. GOKU. Mi peluchito.



Entonces tenían mes y medio. En casa los metimos en una cajita, y dado que las dos camaditas habían jugado juntos en su jardín, ellos dos ya eran amiguitos, y acurrucados uno junto a otro, explorando los ratitos que les dejábamos, pasaron la primera noche junto a sus nuevos papis, y siendo también por primera vez uno hermano del otro.


Han pasado ya casi cuatro meses, y os puedo decir que los adoro. Son geniales: vienen cuando los llamo como si fueran perritos, nos esperan en la puerta cuando nos vamos, les encantan las caricias...

A Nalita le encanta dormir acurrucada junto a mí, y darme besitos tooooda la noche. Por más veces que la llame cansina, me gusta un montón despertarme con sus mimitos y ronroneos. Además, en cuanto me muevo me sigue por toda la casa, incluso me abraza una pierna cuando ve que me marcho a trabajar para que me quede a su lado. Me quiere casi tanto como yo a ella.




Goku es un tranquilón. Puedes cogerlo como te plazca, el tío ni se inmuta. Está hecho para los brazos. Es un traviesillo, cualquier cosa que vea en la mesita o en la barra del salón es objeto de un robo por su parte: sigilosamente, lo coge con su patita, se lo mete en la boca, y lo lleva donde a él le apetezca jugar. Y, si por él fuese, comería de todo (incluso un día le pillamos comiendo ajo). Me parto con él.



Lo que más me gusta no es sólo lo que nos quieren a nosotros, sino el vínculo que se ha creado entre ellos. Los gatos suelen tener fama de traicioneros e independientes, pero en su caso, más bien al revés: hay una lealtad entre ellos que ya querrían muchos humanos. Por ejemplo, un día, sin querer, dejamos a Goku encerrado en un armario. Empezamos a buscarlo y no aparecía, así que hicimos nuestro truco secreto: mover la bolsa de su comida. Cada vez que la hacemos sonar, estén donde estén, los dos aparecen corriendo a nuestro lado. Pero en esta ocasión, el desparecido Goku no salió de su escondrijo, y curiosamente, Nala, que estaba a la vista y oía perfectamente la comidita moverse, seguía quieta junto al armarito del comedor. Extrañados, la observamos mejor y vimos que no paraba de rascar la puertecilla y maullar, como si intentase abrirla o pedirnos que lo hicésemos nosotros. Cuando lo hicimos, salió nuestro chico a todo trapo, y sólo entonces acudió Nala al comedero.

Otro día los llevamos a casa de mis padres. Ellos tienen una gata algo mayor que ellos, jovencita pero ya adulta y con más cuerpo, y aunque es muy buena, como cualquier animal territorial, se puso algo a la defensiva al ver a esos dos extraños invadir su hogar. Mis chiquitines estaban asustados, y no se atrevían a acercarse. Tampoco Bella, la "dueña" de la casa se acercaba a ellos, hasta que se le ocurrió ponerse junto a Nala y darle un zarpazo. Goku, que hasta ese momento se había mantenido apartadísimo del peligro, salió corriendo, se interpuso entre las dos hembras y le devolvió el zarpazo a Bella, defendiendo a su hermana de algo que a él le asustaba tanto como a ella.

 


Total, que como veis se me cae la baba hablando de ellos como a cualquier madre primeriza. Y es que, como sabréis todos los que seais amantes de los animalejos y tengáis mascota, a los bichitos se les quiere como a uno más de la familia.


 
 


 


 

 

 
 
 
Y yo a mis chiquititos, ¡los adoro!

sábado, 24 de diciembre de 2011

Carta a Papá Noel


Querido Papá Noel:

Este año he sido muy bueno. Como ves, he mejorado mucho en lo de escribir. Eso es porque ya estoy en tercero de primaria. Mi profe dice que soy un niño listo y obediente, pero como tú lo sabes todo, ya estarás enterado de que también soy algo despistado: a veces no hago los deberes o me dejo el cuaderno en casa, sobretodo si pasan Cosas Malas.
Me como todo lo que me dicen las cuidadoras del come o mi mamá. Bueno, casi todo, pero lo que me dejo es porque todo el día tengo angustia y no me apetece llevarme nada a la boca.
Sé que sigo mojando la cama después de tener una pesadilla o de escuchar Cosas Malas, pero al menos limpio yo solito las sábanas.
Con mi hermanita Nuria me porto muy bien: comparto mis cosas, juego con ella y le enseño a tratar bien a sus muñecas (aunque no me hace caso). La cuido todo lo que puedo y trato de hacerla reir cuando pasan Cosas Malas.
Por todo eso, creo que me merezco un regalo muy especial. Este año no quiero pedirte juguetes. Sé que todos los niños de mi cole van a pedir juguetes. La mayoría quieren juegos para la Wii o la Nintendo DS. Algunos prefieren Legos, el Saxo McQueen teledirigido, figuritas de Bob Esponja... Y casi todas las chicas quieren a las Monster High y sus accesorios. Pero yo no quiero jueguetes. Los juguetes pueden comprarse con dinero, y el dinero lo pueden conseguir las personas. Lo que yo quiero es algo que sólo puede conseguir alguien mágico, igual que tú. No te enfades si no te gusta la idea, ¿vale?
Quiero que te lleves a mi papá. Sé que los niños buenos tienen que querer a sus papás, pero yo estoy cansado de querer al mío. Estoy cansado de seguir queriéndole aunque le grite a mi mamá. Aunque llegue borracho y con manchas de pintalabios rojo, y luego le diga a mi mamá que busca fuera de casa lo que no le da ella, porque ella es una inútil que está gorda y que la comida que hace es una M, y la llama la palabrota más grande, esa que empieza por la letra P. Me canso de quererle aunque todas las noches tire a mi mamá sobre el suelo, y le quite la ropa y le haga cosas que no entiendo mucho pero que sé que ella no quiere hacer, sobretodo cuando Nuria y yo estamos despiertos. Me resulta agotador quererle cuando esucho PLAF, PUM, PLAF, ZAS, en la habitación de al lado, y al día siguiente mi mamá tiene morados por toda la cara y en los brazos. Me quedo sin fuerzas para quererle cuando imagino que mi mamá se está rompiendo, igual que se rompen las muñecas de Nuria cuando ella les estira del pelo y les pega. No puedo quererle si por su culpa mi mami va a ser una muñeca rota.
Perdóname, Papá Noel, pero ODIO a mi papá. Aunque eso me convierta en un mal niño, a ti no puedo mentirte. Odio que diga a los familiares, a los amigos y a los vecinos cuánto nos quiere y cuánto trabaja para darnos lo mejor. Y odio que toda esa gente diga que es un buen hombre. Lo siento, de corazón. No quiero ser malo. Pero menos le quiero a él.
Por eso te ruego que te lo lleves, aunque nunca vuelvas a regalarme nada más por haber sido malo ahora. Pero si te lo llevas, te aseguro que después sólo podré ser bueno: no tendré nada de que preocuparme, así que nunca me olvidaré de los deberes. Como no tendré angustia, jamás me dejaré nada de comida. Como se acabarán mis pesadillas, no volveré a ensuciar la cama. Y como Nuria ya estará feliz, me saldrá genial lo de enseñarle a tratar bien los juguetes.
Papá Noel, sé bueno conmigo estas Navidades en las que yo estoy siendo malo, y yo dejaré de serlo en cuanto acaben de pasarnos Cosas Malas. Por favor.

Besos para ti y para los renos.

Firmado:

           Javi

martes, 8 de noviembre de 2011


Ocho de noviembre de 1991. Aunque la niña aún no sabía qué era eso de la fecha, pues tenía tan solo tres añitos. Pero sí que sabía que aquel día era especial. Bien que lo notaba en los nervios que le hacían cosquillitas en la barriga. Iba de la mano de papá, con su tía unos pasos más alante. Subieron unas escaleras, despacio, puesto que sus cortas piernas no podían ir al ritmo de las de sus familiares adultos. Pasillos silenciosos, y una puerta. Papá abre la puerta y en una cama está mamá. La niña quiere mucho a mamá, pero no es a ella a quien quiere ver. Lo que le interesa es esa cosa pequeña que hay a su lado. Esa cabecilla llena de pelo negro que está quietecita en la cuna. Lleva mucho tiempo deseando conocerla, pero ella no quería salir de la tripa de mamá. Al fin se ha decidido a salir al mundo a conocer a toda esa familia que esperaba con alegría su llegada. Por fin ha llegado el día en que la niña puede conocer a la famosa Ana Sheila, esa hermanita de la que tanto han hablado los últimos meses en casa, que ella llegó a ver en una tele en blanco y negro que tenía el médico (aunque más que una niña, esa cosa de la pantalla parecía una cesta). "¡Ya soy una hermana mayor!", pensaba la chiquilla, emocionada. Sin embargo, la ilusión la tenía paralizada, no podía decir apenas nada, y aunque sus papás la instaban a acercarse a la cuna a ver al bebé, ella no conseguía casi moverse. Al final pudo hacerlo y vio, por primera vez, la carita que más le iba a gustar durante toda su infancia.

La carita a la que "cuidaría" al principio. El bebé cuando jugaba a las mamás, la alumna cuando jugaba a profes. La que le rompería sin querer los recortables o "su diente más bonito" pero luego vendría a abrazarla y a pedirle perdón. La que se pasaría las noches en vela en la cama de al lado, hablando de cualquier cosa, imaginando cualquier historia. La que siempre la acompañaría y aquella con la que casi nunca pelearía (y si acaso lo hacían, acabaría siendo taaaan divertido como una guerra de escupitajos en la que todos los gapos irían a parar a la torpe hermana pequeña que no sabe ni escupir, muahaha). Su cómplice cuando hablaran de chicos guapos; consejera si hay corazones rotos. Ladrona profesional de ropa y maquillaje. Prestadora profesional de ropa y maquillaje. La bailarina más guapa de cualquier escenario. La psicóloga personal de su hermana mayor aún cuando no había decidido ni qué estudiar y solamente era un "despojo social" (payasita).

La mejor hermana del mundo. MI AMIGA HERMANA PARA SIEMPRE.

Ya han pasado veinte años exactos desde que te vi la primera vez, Anita. Y ese día me enamoré de ti, y desde entonces no he dejado de quererte ni un solo segundo.

¡¡¡FELICIDADES!!!

viernes, 29 de julio de 2011

Alejandro, mi bichejo favorito


Hace ya bastante tiempo hablé de mi primo Izan, el más enanito de mi familia. Pero creo que nunca he hablado de mi chico grande: Alejandro.

Álex es para mí el niño más especial del mundo. Ojo, adoro a Izan igual, pero mi Bicho fue el primer primo pequeño que nació teniendo yo uso de razón (casi 16 añetes). Hacía mucho tiempo que yo anhelaba tener otro pezqueñín en la familia, por eso su llegada fue tan mágica. Recuerdo la primera vez que lo vi, en el hospital de San Juan, al día siguiente de su nacimiento... Un renacuajillo rubio de ojos azules (cosa que costaba de ver, ya que ese día apenas los abrió).

Siempre he tenido más o menos claro que quería estudiar Magisterio, pero al mismo tiempo dudaba entre otras opciones. Me interesaba la Psicología y el Periodismo (el de verdad, no las mamarrachadas que se hacen llamar así hoy en día). También me atraían Filología Hispánica o Inglesa. Y aunque en el fondo sabía que mi vocación eran los mañacos, fue aquí mi mocito (junto con otra experiencia que en alguna ocasión explicaré y que tuvo lugar unos meses después de aquel 14 de mayo que lo vio nacer) el que terminó de convencerme. Jugar con él, hacerle "cucamonas", las ansias que tenía por enseñarle a hacer cosas y la satisfacción de verle aprender... Todo eso constituyó uno de los dos "empujones" que me llevaron a ser seño.

Resulta curioso, el otro día hablé con él de estos asuntillos. Tiene ahora siete años, y le encanta quedarse a dormir en mi casa y jugar a TODO lo jugable. Y yo, aunque termino hecha polvo y con necesidad de oxígeno (o casi), estoy encantada. En una de esas ocasiones en las que invade mi casa y me roba la energía, me dijo que él también quería ser profe (además de futbolista, of course, que mi niño es un culé de pura cepa como su prima). Yo le conté lo que él fue parte importante en mi decisión de serlo, y que estaba deseando poder trabajar de maestra de verdad y no sólo en el comedor. Él, con la curiosidad normal en un pitufo de su edad, me preguntó el motivo por el que no ejercía como profe, y yo me maté a explicarle con palabras que él pudiese comrpender que como hay mucha gente que estudia para ser maestro, no hay clases para todos y tenemos que hacer exámenes un poco complicados y que muy pocos consiguen hacerlo lo suficientemente bien. Y, ¿sabéis qué me contestó?: "Jolín, prima, pues entonces creo que voy a ser sólo futbolista, porque si tengo que hacer tantas cosas como tú para que al final no me dejen trabajar, mejor no soy profesor y me dedico al fútbol nada más".

Sin palabras, me quedé. Me reí mucho, porque mi peque siempre me hace reir, pero lo cierto es que, al paso que vamos, los niños del mañana tendrán más posibilidades de fichar en un equipo medio bueno que de conseguir plaza en unas oposiciones...

En fin, que me voy de tema: lo que quería decir es que estoy segura de que haga lo que haga, mi Álex va a triunfar en la vida y alcanzará las metas que se proponga, por ser el niño más guapo e inteligente del mundo.

Te quiero, Bichejo.

martes, 1 de marzo de 2011

Cincuenta años soñando juntos

En mi última entrada ya adelanté que pronto iba a suceder algo muy bonito y que me tenía ocupadilla... Pues bien, ha llegado el momento de hablar ello. Es algo que lleva ilusionándonos a toda la familia desde hace varios años, cuando a mi abuelo se le ocurrió hacer una cosa maravillosa: pedirle a mi abuela que volviese a casarse con él. Pues sí, mis abuelos son de esas pocas afortunadas personas que consiguen aguantarse durante cincuenta tacos y siguen amándose como el primer día.

Creo que ya hablé hace muchísimo tiempo por aquí de mis abuelos. Son otros padres para mí. Viven en el mismo edificio que yo. Es más, mi única tía por parte materna también vive aquí con su marido y sus tres hijos, así que somos una familia, como dice mi primo mayor, tipo clan gitano: estamos siemrpe unidos, los problemas de unos son los de los otros... ¡Y somos bastante escandalosos!

Cuando de niñas nos aburríamos mi hermana y yo, cogíamos las escaleras ys ubíamos en un minutos los dos pisos que nos separan de ellos para jugar en su casa. Cda vez que mis padres tenían que salir, ellos nos han "adoptado". Los fines de semana nos turnábamos con mis primos para dormir allí: viernes los chicos de Juani, sábado las chicas de Cati. Y por la mañana, los que no habían dormido allí iban corriendo para tomar con sus prim@s el desayuno de mi abuela: un cola-cao con papajotes (comida típica del pueblo).

Vamos, que para mí no puede ser más especial nada que las bodas de oro de mis yayos. Encima...¡ he sido la madrina! Y claro, yo, que soy una persona con cero importancia, que jamás he hecho algo así vistosillo... Estoy que no quepo en mí de alegría.

En resumen, este sábado ha sido precioso... Lleno de sorpresas. Un par de semanas antes, les anunciamos que harían una segunda luna de miel a Málaga (a mis abuelos les encanta Andalucía, para eso es su tierra, y mi abuela la pobrecita no está para irse mucho más lejos...). Ellos no estaban muy convencidos, porque los dos solos, con mi abuela pachuchilla, y tan lejos... Lo que no sabían era la sorpresa que les aguardaba en el lugar del que salía el autobús, al día siguiente de la boda...

El mismo sábado, 50º aniversario de su enlace, nos vestimos todos de punta en blanco, la madrina (moi) con el novio, el padrino (mi primo mayor) detrás con la novia... Toda la familia siguiéndonos: las hijas, el resto de nietos, yernos, hermanos y cuñados y de los novios, la novia de mi primoy el mío, más vecinas, dos amigas de mi prima y mis queridas Nenukys.

La ceremonia fue un poco... ¡de película!







- La novia acabó entrando por el pasillo antes que el novio.

- No sabíamos cuándo teníamos que leer mi hermana, mi prima y yo, salimos improvisando.

- La novia no llevó el ramo de flores precioso que habíamos preparado.

- Me equivoqué y fui a tomar la Hostia con toda la familia, cuando la madrina tiene que quedarse junto a los novios (se nota que no estoy yo muy puesta en temas eclesiásticos :s)

- La novia estaba resfriadísima y leyó con voz de camionero los votos. Además, tiene la vista fastidiada y no veía apenas las letras, por lo que el cura tuvo que ir soplándole.

- El novio interrumpió al cura para preguntarle si luego podían subir sus dos nietas pequeñas (mi hermana y mi prima) a leer unas cosillas.

- Cuando subieron las dos a leerlo, mi prima se emocionó y acabó llorando. Su padre subió para solucionarlo y acabarlo él, pero también se puso a llorar y así, el segundo escrito quedó sin ser leído de forma muy... extraña.

-Lo mejor de todo: nos olvidamos los anillos. Sí, sí... El cura: "Y ahora pasamos al intercambio de anillos". Allí todo el mundo mirando a mi madre, que era quien los llevaba. Y ella llorando buscando los anillos dichosos. Que no aparecían. Total, que resulta que los había sacado para enseñárselos a su prima, y no los volvió a guardar. Toda una anécdota.

Después de todos estos... imprevistos, salimos a recibir la lluvia de arroz, novios y padrinos detrás, que acabamos peor que ellos... Los cuatro repletos de arroz, y yo, con mi vestido negro, llena de marcas blancas, como los hombres.

La comida, muy buena, comí hasta senti dolor de barriga por la presión. Y me encantó verlos emocionados con las sorpresas: un álbum digital con fotos escaneadas que preparamos mi mami y yo de su juventud, de sus hijas de peques, de sus nietos de peques... Luego un vídeo-cuento que les hice con su historia, narrado como un cuento y grabado con música de fondo, también les hice llorar un poco...Qué mala soy =s

Después comieron (a mí no mi cabía) una tarta preciosa y repartimos los regalitos: unos espejos para las chicas y unas calculadoras con boli para los chicos que compró mi mami y una parejita de novios viejitos de fieltro que hice yo para cada casa de recuerdito =)


Quitando el hiper-resfriado de mi yaya, todo muy chulo.

Y lo mejor: al día siguiente, llevándolos a Alicante para salir a Málaga, con los dos quejándose por no querer ir solos, al bajar del coche de mi padre, ven que mi madre saca la cámara y se pone a grabarlos. Mi abuela, extrañada, pregunta que qué hace mi madre grabando, y en eso que, al girar la esquina, se ve de frente con todos los hermanos de mi abuelos y su cuñada. ¡Toda la familia iba con ellos! Así, ya sí les apetecía irse de vacaciones sin miedo a estar solitos por ahí...

En definitiva, una experiencia preciosa: acompañar a mis segundos papis en el segundo día más especial de su vida.





¡Os quiero, yayos!

lunes, 7 de febrero de 2011

Frases de niños del comedor

Bueno, aunque haga mil que no hable por aquí, ¡sigo viva! Eso sí, entre el trabajo, el comedor, los preparativos DEL GRAN DÍA (del que hablaré en otra ocasión y que tendrá lugar el día 26 de este mes), y hasta hace poco las opos... Sí, hasta hace poco porque resulta que en este país no necesitamos maestros, se conoce, y no dan plazas en ningún lado, apenas... Me consuela que estoy en la bolsa de la Comunidad Valenciana, y rezo porque el año que viene me llamen para hacer alguna sustitucioncilla... ¡Vaya ganas de destrozar nuestra preciosa vocación! =(

Pero a lo que vamos, que al fin y al cabo puedo estar rodeado de enanos desdentados en el comedor. Mis niños son de 1º y de 2º, es decir, que los más peques han cumplido los seis en 2010 y los más mayores están empezando ahora a cumplir ocho.

Y, ¿cómo no?, ya han empezado a deleitarme con sus ingenuidades, inocencia, candor y toda su gracia. Aquí van algunas de sus frases:

-ANAÏS, 7 años:
Estábamos otra monitora y yo paseándonos por ahí con las tijeras para cortar la carne, y a la otra monitora se le ocurrió hacer la gracia de preguntar: "¿quién quiere que le corte el pelo?". Anaïs, que es un poco pijilla y tiene un pelazo, dijo: "Ay, pues córtame las puntas solo, que las tengo un poco estropeadas".

- JAVIER M., 6 años:
Me interesé por saber qué querían ser de mayores, y Javier, como muchos niños de su edad, contestó que quería ser policía. Eso entraba dentro de lo normal, lo que me dejó a cuadros fue que me explicó el motivo: "Así puedo detener a mi padre, qu siempre me castiga".

-ALBA, 7 años:
En el patio empecé con ella a jugar a adivinar animales mediante pistas. Sus pistas fueron estas: "No tiene pelo, sólo una cresta. Además, es más grande que un hotel de cinco estrellas". Yo no podía imaginarme qué animal podía ser, así que me rendí. "Un gorila", me dijo con expresión triunfante. "Pero Alba, los gorilas sí tienen pelo, y sobretodo... ¡Miden menos que un hotel de cinco estrellas!", me quejé. Y ella, con cara de estar mirando a una ignorante, me pregunta: "¿Pero es que tú no has visto King Kon?"

-DANYL, 7 años:
Danyl es ucraniano, llegó a España el año pasado y ha aprendido perfectamente el idioma, pero sus erres siguen siendo muy fuertes. Además, es un niño 2muy salao", por lo que diga lo que diga ya consigue hacer reir. Pero este día aún más: Eunice (es nombre de niñA) tenía un día movidito y no paraba de molestarlo: le daba besos, abrazos, apretones... Y el pobre Danyl, que ya de por sí tiene tirria a la comida española, no avanzaba nada con su plato. De repente, a Eunice no se le ocurre otra cosa que ponerse de espaldas al público de rodillas en la silla, y hacer un calvo. Danyl, asombrado ante tamaña falta de respto en la mesa, viene a chivárseme: "Lorrrrena, Eunice está enseñándome la pichurrrrra".

-JAVI R., 6 años:
Le pregunté si tenía novia, y él, cual estrella televisiva, puso cara de interesante y me dijo que estuvo con Roser. Yo le dije: "¿Y ya no?", "No, me dejó por Nico". Apenada, le dije: "Lo siento... ¿La echas de menos?, a lo que el niño me contrestó: "¡Qué va! Roser ya forma parte de mi pasado, es más ¡todas las novias forman parte de mi pasado!". Futuro "single".

-KENEDI, 7 años:
Un día, Claudia y Alejandra V. estaban peleándose. Alejandra F. me viene apuradísimo a chivarse: "¡Lorena! Corre, Claudia le ha dado a Alejandra V. una patada ahí", afirmó señalándose entre las piernas. Y Kenedi, que siempre tiene que corregir los chivatazos del resto y dar su versión, la contradijo: "Es mentira... Claudia no le ha dado a Alejandra V. una patada en los huevos...".



Nada más, señores, que llego tarde a seguir escuchando las grandes frases de estos mocosetes que, como veis, a sus siete años no tienen ni idea de diferenciar niños de niñas... Au revoir!